No hay nada que en biología tenga sentido sin no es a la luz de la teoría de la evolución de las especies, todas las disciplinas de la biología han ido confirmando esa teoría que continua llamándose así solo porque es irreproducible en el laboratorio. Si tuviera que dedicar un artículo a detallar las pruebas que existen sobre la teoría de la evolución de Darwin resultaría muy largo y aburrido.
Ahora soy escritor, pero mi formación es la de informático y biólogo. Adoro la ciencia por su rigor y odio la facilidad con la que el ser humano llega al autoengaño. La ciencia se caracteriza por su espíritu de autocrítica que no duda en elevar a la categoría de gigantes a aquellos detractores de los conocimientos establecidos que consiguen demostrar los errores de la ciencia de su época. El conocimiento científico avanza apoyándose en los hombros de esos gigantes que nos precedieron, como Darwin.
¿Pero cual es la razón por la cual otros gastan esfuerzos y dinero en intentar demostrar supuestos errores científicos sin otra cosa que sus ideas inmovilistas preconcebidas, sirviéndose de toda clase de patrañas carentes de rigor?
La razón es simple. Las escrituras bíblicas son incluso ahora un instrumento de poder, pero se redactaron hace varios miles de años desde la ignorancia de hechos trascendentales hoy perfectamente conocidos, y ello ha puesto de manifiesto graves inconsistencias en esos textos que minan extraordinariamente su credibilidad. El Génesis se escribió hace mucho y si bien ahora se quiere hacer pasar como un relato meramente alegórico lleno de simbolismo espiritual, en su momento se presentó como una verdad revelada a los hombres por el mismo Dios.
El supuesto valor alegórico del Génesis hace referencia a unos hechos ficticios que para colmo no significan nada y que no conectan con la realidad de los hechos en ningún momento. Nadie medianamente sensato se molesta ya en intentar interpretar semejante cúmulo de despropósitos. Ni el origen de la vida, ni el origen del hombre, ni el origen de nuestro planeta, ni nuestro insignificante lugar en el cosmos, ni el origen del universo tienen nada que ver con el Génesis.
Por si fuera poco, las escrituras presentan a la mujer como compañera del varón, siendo este absoluto protagonista de la atención por parte de esas escrituras misóginas.
Pero eso no es lo peor, porque la teoría de la evolución afecta no solo a hechos trascendentes, sino a la misma esencia del ser humano tal y como lo concibe la religión, desdibujando esa frontera limítrofe muy marcada entre el hombre y otros animales. Estos a diferencia del hombre carecen de alma. Solo el ser humano resucita después de la muerte, pero surge un grave problema con la evolución. Nuestros antepasados no fueron siempre seres humanos. Antes que humanos fuimos simples simios con escasa inteligencia y antes que eso mamíferos muy primitivos, y antes que eso reptiles. Existe una clara imposibilidad de marcar un punto de nuestra historia remota en el cual el hombre adquirió esa condición humana especial y próxima a la divinidad.
Lo cierto es que somos la suma de pequeños e imperceptibles cambios que solo podemos apreciar contemplando los hechos a escala de millones de años. Cambios constatables a través del estudio de los registros fósiles que fueron apareciendo en los estratos geológicos de forma perfectamente coherente y respetando la cronología evolutiva de cada una de las especies estudiadas. Al mínimo rigor que una persona demuestre, la evidencia de estos hechos contemplados a la luz de la evolución resulta demoledora e irrefutable.
La única defensa ante tales hechos, es la fanática negación de los mismos. Podemos ver esto como un intento patético sin futuro, pero eso es ignorar el extraordinario poder de engañar y autoengañarse del ser humano. ¿Acaso la verdad siempre triunfa? La verdad no puede sufrir una derrota definitiva por su condición de tozuda verdad, pero eso no significa que no pueda ser ocultada por poderosos grupos de personas manipuladoras causando mucho daño. Para estos manipuladores fanáticos la ciencia biológica es un montaje, una conspiración para destruir la credibilidad de las sagradas escrituras.
Existe un afán de poder misógino en todos estos grupos fanáticos que ven un instrumento de poder en la misoginia bíblica. Los hijos de Adán y Eva mencionados en la biblia fueron solo los varones Cain, Abel y Seth. A Eva se la menciona por su malvado papel de inductora del pecado, a la madre de Dios se la otorga la condición de virgen porque esas cosas que hacen las mujeres con los hombres para quedarse embarazadas las confiere una condición pecaminosa solo a ellas. El hijo de Dios es varón, y los apóstoles varones, etc.
Sin las escrituras no existe coartada para ejercer esa poderosa forma de poder social que convierte en borregos dóciles y obedientes a las personas. Un poder del cual se hace una ostentación continua consumiendo unos recursos económicos que podrían usarse para beneficiar a los más necesitados. Pura hipocresía al servicio de unos pocos que saben explotar los sentimientos angustiosos de la gente ofreciendo una confortabilidad basada en un más allá.
¿Hay un más allá?. Sí, hay un más allá de la verdad y se puede llamar de muchas formas: creacionismo, diseño inteligente, Dios, religión, etc.
Termino invitando a visitar un reciente artículo El creacionismo por la puerta de atrás.