El tribunal constitucional ha sentenciado que el matrimonio entre homosexuales aprobado por ley en 2005 por el gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero es plenamente constitucional.
El texto completo de la sentencia del Tribunal Constitucional aún no se conoce, pero parece que basará su fallo en que es necesario interpretar el texto constitucional a la luz de las exigencias de la sociedad actual. El tribunal acude al derecho comparado, y al derecho internacional de los derechos humanos, para confirmar el matrimonio como un derecho igualitario y evitar así una restricción de derechos que sería discriminatoria y atentaría contra el propio espíritu del texto constitucional.
Ante esta sentencia, el gobierno, parece que olvida las barbaridades que dijeron en su día, y afirma ahora que mantendrá la ley tal y como está. No le queda otra opción y algunos como el ministro del interior ya han mostrado su mal perder.
Precedentes:
Después de mucho debate, el día 30 de junio de 2005 se aprobó la ley que modificaba el código civil y permitía el matrimonio entre personas del mismo sexo por iniciativa del gobierno socialista. A pesar del apoyo del 66% de los españoles al matrimonio entre personas del mismo sexo, la tramitación de la ley vino acompañada de manifestaciones a favor y en contra de la nueva ley. La Iglesia participó e impulsó una fuerte oposición a la ley por considerarla un ataque a la institución del matrimonio.
En medio de esta agitación social, 4.500 parejas del mismo sexo contrajeron matrimonio en España durante el primer año de vigencia de la ley.
Recordemos que el psiquiatra Aquilino Polaino (un supuesto experto a los ojos del PP) calificó la homosexualidad de patología y de «trastorno emotivo». Entre otras afirmaciones aseguró que «muchos homosexuales tienen antecedentes de violación sexual desde pequeños» o que tanto gais como lesbianas provienen de familias con padres «hostiles, alcohólicos y distantes» o de madres por una parte «sobreprotectoras» con sus hijos varones y por otra «frías» con sus hijas, etc.
El PP debió elegir mejor a su supuesto experto que fue criticado incluso desde sectores del propio PP. Por desgracia estas afirmaciones sin fundamento científico, se sustentan en prejuicios sociales mamados en el seno la doctrina católica.
La fe tiene sus incondicionales y no todos los jueces aceptaron la ley y denegaron la solicitud de matrimonio entre personas del mismo sexo. El día 30 de septiembre de 2005, cincuenta diputados del Partido Popular presentaron un recurso de inconstitucionalidad ante el Tribunal Constitucional contra la mencionada reforma del Código Civil, causando con ello importantes divisiones dentro del propio partido popular.
El resultado de aquella ley:
España fue el cuarto país del mundo, en aprobar una ley que permite el matrimonio entre personas del mismo sexo. Para disgusto de La Iglesia actualmente el matrimonio homosexual ya es legal en: España, Holanda, Bélgica, Canadá, Sudáfrica, Noruega, Suecia, Portugal, Islandia, Argentina y Dinamarca.
Opino que sería muy improbable cualquier intento de revocación del derecho al matrimonio entre personas del mismo sexo en aquellos países que han dado ya ese difícil paso hacia delante. El rechazo social a tal involución sería incomparablemente mayor a las protestas de los que en su día se opusieron a la ley. Es una nueva conquista en el terreno de los derechos humanos.
La actitud del PP aceptando el fallo del constitucional lo demuestra, pero ahora tienen en frente a los fanáticos religiosos de los que se sirvieron para intentar detener la ley. Esos no entienden de votos sino de obediencia ciega a su líder espiritual y no aceptaran la ley mientras el Vaticano no la reconozca.
Argumentación retrógrada contra la homosexualidad:
Uno de los argumentos retrógrados más frecuentemente utilizados para denostar la homosexualidad, es el de la violación de una supuesta ley natural. La primera pregunta que yo como ateo me hago es; ¿una ley dictada por quien? Lo pregunto porque las leyes naturales que yo conozco son inviolables, como la ley de la gravedad. Las que por el contrario sí son violables, son las leyes humanas.
Hacer de todo lo supuestamente natural una ley, nos llevaría a no poder usar ropas, a no poder usar gafas, a tener que cagar de cuclillas en el campo, a vivir en cuevas y a dormir en el suelo que es como se hicieron las cosas durante millones de años, de forma totalmente natural.
Por lo tanto, considerar algo, lo que sea, como antinatural es pura hipocresía y pura arbitrariedad, estamos muy lejos ya de la primitiva humanidad como para considerar que debemos obediencia ciega a lo natural. Las sociedades modernas han evolucionado desde la prehistoria con criterios de practicidad. Podemos ver en muchas religiones una involución clara en todos los sentidos. A las religiones les estorba la libertad, los derechos humanos, la ciencia, el sexo y cualquier otra fuente de felicidad que no provenga de la fe con su dudosa oferta de premios postmortem.
¿Se puede afirmar que la homosexualidad es una enfermedad?
La homosexualidad en el ser humano ha existido siempre. Considerar la homosexualidad una anomalía o una enfermedad es ignorar los últimos descubrimientos científicos que han aportado algo de luz a la aparente contradicción que supone la persistencia de la homosexualidad en las poblaciones humanas.
A falta de estudios realmente concluyentes, la ciencia ha descubierto ya un gen presente en una zona del cromosoma X denominada Xq28 y que por los primeros resultados parece muy probable que esté implicado en la heredabilidad de alguna forma de homosexualidad.
Se ha argumentado que la homosexualidad es antinatural porque va en contra de la función reproductiva, pero mucha gente ignora que en genética evolutiva las cosas no siempre son tan simples como en el experimento con guisantes de colores de Mendel. La perpetuación de un gen no se vincula a la ventaja que pueda proporcionar a un determinado individuo sino a toda su especie.
Los genes implicados en la sexualidad podrían tener cierto valor evolutivo para la especie en su conjunto y no hay una explicación mejor para explicar su considerable presencia en las poblaciones humanas.
La frecuencia de los trastornos de un solo gen varía según los casos. A grandes rasgos entre se sitúa entre 1/2.500 a 1/25.000 nacimientos. La prevalencia mundial de la totalidad de los trastornos hereditarios debidos a un solo gen se aproxima al 1% (1/100). A modo de ejemplo comento que la prevalencia de algunas taras genéticas muy conocidas: albinismo 1/20.000, hemofilia 1/1.000.000, Neurofibromatosis 1/16.000.
Si la homosexualidad fuera una enfermedad, podríamos hablar de su prevalencia y en ese caso podría estar entre un 0.5% a un 2%. Demasiado alta, no encaja con una tara genética y menos con una tara que algunos suponen afecta negativamente a la especie humana. Al no tratarse de una enfermedad y al no ser diagnósticable, el dato sobre su frecuencia resulta difícil de obtener. Vivimos en una sociedad donde un parte de los homosexuales oculta su orientación.
Para los que busquen más explicaciones biológicas para la existencia de la homosexualidad, hay que advertir que falta mucho aún por estudiar sobre la ella. Parece que existen unos genes que aumentan la intensidad del deseo sexual asociada a ciertos rasgos físicos característicos de un determinado sexo y ello ocurriría con independencia de la condición sexual del portador de dicho gen. Por ello, si ese gen aparece en un determinado sexo, podría favorecer la homosexualidad y de hacerlo en el sexo contrario, reforzaría la heterosexualidad motivando al individuo a una mayor búsqueda de relaciones sexuales. Esto último explicaría cierta utilidad del gen para la especie humana. La suficiente como para que el gen no desaparezca de las poblaciones humanas.
Sobre esta falta de oportunidad reproductiva entre homosexsuales, hay que señalar que una pareja homosexual masculina y una pareja homosexual femenina podrían acordar, al margen de sus preferencias sexuales, un intercambio con fines meramente reproductivos, así que podemos concluir que las barreras a la homosexualidad son meramente sociales. Además está bastante claro que tienen una carga religiosa muy fuerte y que viene de antiguo.
La actual sentencia constitucional es un alivio para mucha gente que antes de esta ley, refrendada ahora por el TC, no podía firmar un contrato matrimonial para declarar ante la sociedad, algo tan lícito como su compromiso para compartir el resto de su vida con su ser amado. Se acaba definitivamente con una prohibición absurda e injusta.
Sobre la homosexualidad ya he publicado otros artículos: