Los cyborgs son básicamente criaturas medio orgánicas y medio mecánicas, pero esta definición es demasiado amplia. Los humanos podemos incorporar marcapasos, o una rodilla artificial, y esto no es lo que entendemos por cyborg.
Generalmente, se entiende por cyborg un ser que además es capaz de llevar a cabo procesos cooperativos entre sistemas informáticos y sistemas nerviosos biológicos.
Quizás uno de los cyborgs más famosos del cine fue Robocop. El enfoque de esta película era el de usar un ser humano para convertirlo en un super-policía.
Enfoque muy similar al de la serie «El hombre de los seis millones de dólares». En ambos casos se parte de seres humanos destrozados y se les añade suplementos biomecánicos de tecnología punta que no solo los recuperan, sino que los transforman en superhombres.
Es un planteamiento atractivo aunque simplista. A mí me resultó especialmente atractiva la película Saturno 3. En esta película un robot sin parte inteligente, es complementado con un cerebro biológico que aunque es un cerebro artificial especialmente producido para ese propósito, es muy similar al humano y viene completamente en blanco. Dicho cerebro ha de ser insertado en el robot y luego someterle a un aprendizaje mediante un entrenador humano que se comunica con él gracias a una conexión neural directa aplicada en su nuca. Dicho robot debería ser un mero ayudante, pero aprende cosas que no son las que debía aprender y se convierte en una especie de monstruo obsesivo. No digo más para no destripar la película caso que alguien quiera verla. En esta película existe un cierto tratamiento del problema de la interfaz neural hombre máquina. La realidad nos ha situado en un escenario donde determinadas cosas van a ser posibles, y algunas de estas historias ya pueden situarse en el terreno de la anticipación, que es una de las facetas más apasionantes de la ciencia ficción.
Los cyborgs no tienen porque ser ni extraños ni monstruosos, y la frontera entre un humano y un cyborg nunca estará del todo clara porque mientras un ser tenga autoconsciencia habrá que respetar su identidad tal y como el mismo la perciba.
Los científicos han de imaginar primero las cosas antes de hacerlas realidad, y la ciencia ficción no está exenta de valor inspirador para la ciencia. El valor de la anticipación no es algo circunscrito a la ciencia ficción, y entra dentro del universo de la creatividad del ser humano. Cuando se produjo el ataque terrorista del 11-S se solicitó a los guionistas de Hollywood y a los escritores, que imaginaran que otro tipo de ataque brutal podría ser llevado a cabo porque el tipo de ataque del 11-S no había sido considerado como la amenaza que realmente resultó. Nadie pensó en la posibilidad de algo así y la pregunta era: «¿que más cosas pueden inventar para hacernos daño?»
Centrémonos ahora en el aspecto científico y veamos cómo estas fantasías empiezan a hacerse realidad.
El 24 de Agosto de 1998 Kevin Warwick llevó a cabo el experimento Cyborg 1.0, en el cual se implantó debajo de la piel un chip con el cual fue capaz de controlar algunos elementos como puertas, luces, y computadoras mediante la señal emitida por el chip. Más tarde en Marzo de 2004 logró un nuevo experimento llamado Cyborg 2.0 (2004-03-14), en Columbia university de Nueva York, con un chip más complejo, se conectó a Internet, y logró mover un brazo robótico situado en la Reading University del Reino Unido. Además, se le implantó también a su esposa para lograr interacción entre dos personas.
Otro caso reciente. En la escuela de Medicina de la Universidad de Pensilvania. Se está trabajando en un nuevo enfoque de diseño para la interfaz cerebro-máquina que presenta claras ventajas con respecto a otros diseños anteriores.
«El sistema nervioso no responde bien a la invasión de electrodos, pero puede ser engañado para aceptar una interfaz que le permita asimilar nuevas células nerviosas en su propia red», explica Douglas H. Smith, uno de los autores principales de la investigación, profesor de Neurocirugía y director del Centro para Lesiones Cerebrales y Reparación, en la Universidad Estatal de Pensilvania. Para el desarrollo de la nueva generación de prótesis, se busca usar regiones intactas de tejido nervioso que permitan transmitir órdenes para manejar un dispositivo, como por ejemplo una extremidad artificial. El desafío es lograr la transmisión bidireccional de señales en la prótesis. Para crear la interfaz, el equipo usó un proceso de crecimiento elástico de fibras nerviosas. Los axones producidos por crecimiento elástico pueden transmitir señales eléctricas activas. Con ello se pretende detectar y registrar señales bidireccionales en tiempo real.
También recientemente, un grupo de científicos de la universidad de Pittsburg lograron hacer que monos adiestrados y conectados con pequeñas sondas, del tamaño de un pelo humano, pudieran controlar un brazo robótico para alimentarse. El artículo que apareció en la revista Nature
De acuerdo con el equipo de investigadores estadounidenses, este sistema de registro y análisis neuronal, cuyos 96 microelectrodos permanecieron implantados en los animales durante dos años, podría constituir las bases de una interfase máquina-cerebro capaz de ayudar a los pacientes con parálisis a mover una prótesis robotizada de brazo o de pierna. Por otro lado, esta línea de investigación aporta pistas de gran relevancia sobre el modo en que el cerebro usa millones de neuronas confirma enorme la capacidad de nuestras neuronas para adaptarse a nuevas circunstancias.
El cerebro biológico del robot, bautizado como Gordon, se creó a partir de un cultivo de neuronas de rata que se colocaron en una solución y fueron separados. Posteriormente las ubicaron sobre una superficie con 70 electrodos.
«Al cabo de 24 horas, las neuronas se unieron formando una red como en un cerebro normal. Y en una semana se produjeron los primeros impulsos eléctricos espontáneos y lo que parecía ser una actividad de cerebro ordinaria», ha explicado Warwick. «Posteriormente utilizamos esta reacción para conectar el cerebro al robot con electrodos». Este mini-cerebro aprendió a través de la repetición y permitió al androide esquivar paredes.
Llegados a este punto no queda más remedio que admitir que los Cyborgs serán los productos de una tecnología que ya ha empezado a dar sus primeros pasos. Cuando se fabricó el primer transistor, se intuyó lo que podría dar de sí, pero todos se quedaron cortos. El diminuto transistor sustituyó a la frágil y voluminosa válvula de vació, pero eso queda ya muy lejos de las previsiones para la tecnología de 45 nanómetros de Intel. Esta permitirá a las empresas crear transistores tan pequeños que 20 mil de ellos, colocados lado uno de otro, tendrían la longitud del ancho de un cabello humano. La tecnología biocibernética tiene un potencial que asusta. Quizás por eso tiene tanto éxito en las historias de ciencia ficción. Al igual que la tecnología genética, la biocibernética tiene el potencial de convertir al ser humano en un nuevo tipo de…, de extraña y poderosa criatura y de apartarnos del curso natural de la evolución. Dicho así acojona, pero tranquilos, «hay que confiar en la capacidad del hombre para anticipar desastres.» Esta última frase no ha quedado muy creíble ¿verdad?
Adonay
JO – DER…