Ayer no pude terminar el artículo porque estaba demasiado cabreado por lo de Bankia y por lo que está por venir. Creo que en el título ya se me nota un pelín tostadito, pero intentaré controlarme, hoy lo llevo mejor.
Lo que está ocurriendo en Bankia no solo es un desastre financiero de primer orden. Mirando en las entrañas de Bankia nos damos cuenta de que el problema es mucho peor.
Las cajas que integran Bankia tienen un político por cada 50 trabajadores
Bankia es una buena clave para entender la causa principal de esta crisis. Estamos ante una crisis de todo el sistema provocada por la forma de entender la política.
Es decir, como la oportunidad de hacer trapicheos con amigos poderosos y forrarse uno mismo y a un montón de amiguetes. Toda la política está distorsionada por esos intereses personales y así nos va.
Para colmo de la desfachatez, en lugar de decirnos claramente que no se depurarán responsabilidades, nos dan una larga cambiada y nos dicen cosas como esta: Gallardón afirma que el ‘caso Bankia’ irá al Congreso ‘cuando sea oportuno’
Me parece gravísimo porque esto lo dicen los que tienen que más explicaciones tienen que dar.
Así no vamos bien. La ciudadanía española pese a recibir banderillazos y puyazos, permanece con la mirada fija en el engaño y si no reacciona a tiempo recibirá una bonita estocada en todo lo alto.
No todo el mundo se da cuenta de que lo que acaba de hacer Gallardón, no es otra cosa que reírse en nuestra cara. De hecho, ya nos avisan de que esto es solo el comienzo y que todo el sistema financiero se verá afectado.
La crisis no es para todos. Existe una clase que vive a expensas de otra:
Por una parte está la amalgama de los poderosos entre los que se encuentran, políticos y financieros en destacado lugar. Acompañándoles se encuentran el poder judicial, el poder mediático, y algún que otro lobby. Todos ellos conforman la nueva clase alta que aglutina todo el poder.
Toda esta estructura de poder está orquestada con el único fin de sacar cada vez un mayor provecho de la clase trabajadora que es la clase que produce riqueza directamente. Todo ello está sirviendo para aumentar aún más el diferencial de riqueza entre la clase trabajadora y la clase alta. Con ello se disminuye aún más el precio de la mano de obra y la calidad de vida de los ciudadanos.
Una crisis capitalista normal reduciría los beneficios de las grandes empresas, pero esto no está ocurriendo. Lo que está ocurriendo es un traspaso forzado de la riqueza de la clase trabajadora a la clase capitalista minoritaria pero muy poderosa. A esto creo que podemos llamarlo robo. El capital no acusa la crisis porque gracias a los niveles de paro, están compensando el descenso del consumo con el abaratamiento de la mano de obra y las facilidades de despido.
Las desigualdades económicas entre el 1% más rico y el 99% más pobre, nunca fueron tan grandes como ahora. Las diferencias no solo han de medirse en términos de riqueza sino también en términos de poder. Si tuviéramos un sistema judicial realmente independiente y al servicio del ciudadano, la situación actual sería completamente diferente. El nivel actual de corrupción no puede entenderse sin la complicidad por acción u omisión de fiscales y jueces. En el origen de todo están los políticos.
No estamos ante una crisis del capital sino ante una crisis laboral gravísima originada por la traición política. Los problemas financieros no están pasando factura a sus responsables sino a los ciudadanos.
Para los ciudadanos esta crisis significa que unos pierden su trabajo, otros sus casas y los que más suerte tienen ven reducidos sus ingresos y aumentados sus impuestos y sus horarios laborales para poder pagar a los culpables de esta crisis.
Para los capitalistas y especuladores las ganancias (que las hay muy importantes), son ganancias netas, y las pérdidas se esfuman porque se las endosan impunemente a la ciudadanía convirtiendo la deuda privada en deuda pública.
Lo de las facturas en los cajones durante años es la forma en que los políticos se cargan a las pequeñas y medianas empresas que hacen competencia a las grandes, pero son las que generan más empleo. No han hecho nada para evitarlo.
Tenemos bancos que hacen las mayores barbaridades porque para eso tienen un tamaño tal que no se les puede dejar quebrar. El que paga las consecuencias siempre es el ciudadano.
Estamos ante un conflicto con muchas bajas. Me refiero a millones de vidas destrozadas económicamente. Se ha cercenado el futuro a una generación completa de españoles a costa de los pelotazos de la clase alta y de los políticos.
La crisis se ha cebado especialmente con todo el sur de Europa, pero nuestro nivel de desempleo es incluso superior al de Grecia.
La impotencia de la ciudadanía es total ya que si bien dispone de las urnas, el nivel de manipulación es tan grande que únicamente logramos elegir a nuevos traidores a la democracia cada cuatro años. Estos interpretan el mandato como un cheque en blanco por cuatro años.
Si tenemos en cuenta quien generó la crisis actual, la impunidad absoluta de los culpables y quién pagará las consecuencias de esta crisis (que no hace otra cosa más que profundizarse año a año), comprenderemos la realidad. Estamos ante una lucha de clases porque la crisis no es para todos.
La manipulación es letal para la ciudadanía:
Los únicos que parecen haber sido capaces de reconducir una gran crisis de este tipo han sido aquellos que han logrado poner ante la justicia a los culpables. Estoy hablando de Islandia.
Por desgracia en España la situación es muy diferente de la de Islandia. Nuestra ciudadanía, en citas electorales, está resultando tremendamente fácil de manipular en comparación con la ciudadanía islandesa caracterizada por un alto nivel cultural.
Solo el bajo nivel cultural y el miedo cuidadosamente dosificado en el veneno político, pueden explicar que la gente siga votando a partidos mentirosos, corruptos o antidemocráticos como PP, PSOE, CiU, o PNV entre otros. Un miedo fruto de la ignorancia y de la intoxicación en la cual los poderes mediáticos han tenido mucha responsabilidad al tratar estos temas y alimentando la crispación entre bandos políticos donde todos son traidores a la ciudadanía.
No es cuestión de ideas políticas ni de partidos. Es cuestión de impunidades ante la permanente escalada de traiciones políticas desde aquellos que ostentan el poder. Todo ello con independencia de sus ideas que a la vista de sus actos han pasado a ser meros instrumentos de manipulación.
Los países donde la crisis se ha cebado con más dureza han sido aquellos donde sus ciudadanos se han dejado manipular con más facilidad. En España se ha intentado contrarrestar esto con movimientos como el 15M. Algo es algo, pero si no se consigue que la gente deje de votar a partidos corruptos, el 15M servirá de poco.
La gente debería entender que cualquier partido político que no haya tocado poder, será mejor en estos momentos que cualquier otro que lo haya tenido y lo haya para lucrarse o para beneficiar los suyos y a las amistades del gran capital que siempre agradece estos favores.
La reelección de los partidos corruptos, es la siembra para corrupciones aún mayores porque van atesorando poder, influencias y perfeccionando estrategias. Nuestra ruina es la consecuencia de ello.
Espero que las redes sociales sirvan para desintoxicar todo el veneno que estos políticos han estado administrando a sus ciudadanos, porque solo así les llevaremos a lugar que les corresponde, tal como hicieron en Islandia, y que no es otro que la cárcel.
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