Todo por la pasta.

Todo por la pasta.

La receta perversa es lo que pusimos de relieve hace poco cuando hablamos de un nuevo accidente de una plataforma petrolífera en el Golfo de México.  Tropezar dos veces en la misma piedra.

Básicamente dijimos que «Las grandes empresas son intocables», que existe una grave «Inacción de los políticos» ante los abusos de las grandes empresas y que «Sin cambio de modelo no hay nada que hacer».

Se sacrifica constantemente el bienestar de los ciudadanos para hacer crecer los beneficios de unas gigantescas empresas que cada vez actúan con mayor descontrol.

La autorregulación de un sector donde se garantiza la competencia entre pequeñas empresas es perfectamente viable, pero la autoregulación no puede funcionar en un monopolio que está en posición de anular a la competencia.

Ya explicamos que eso lo hacen los políticos para competir con otros países. Es una receta enfocada a la realidad del mercado global, pero es una receta perversa que olvida a los ciudadanos y en particular a una muy grande que es la que genera esa riqueza con su esfuerzo en condiciones cada vez más difíciles.

Nosotros en España, pese a la receta perversa enfocada en el ladrillo, o quizás a causa de ello, hemos perdido competitividad . Eso es un problema, pero también hemos perdido calidad de vida, y eso es un problema aún mayor.

Recomiendo leer un excelente artículo de E.Dans titulado  “Telefónica abre la caja de los truenos”, en Cinco Días.

Me parece que existe un paralelismo claro entre lo que afirma E.Dans sobre Telefónica y lo que yo dije que ocurría con las grandes empresas citando a las petrolíferas, a los bancos y a las inmobiliarias. Todas ellas autorreguladas.

Los abusos que se están cometiendo han desestabilizado completamente la economía y son los responsables de la actual.