Vengo insistiendo en que La Iglesia actual ya no busca otra cosa que afianzar y acrecentar su enorme poder y que ha olvidado completamente sus orígenes. Sólo sé de un papa que fuera realmente creyente y que desde la valentía actuara de forma coherente confiando sus arriesgadas acciones a la protección divina.
Yo como ateo creo que esa fe ciega en Dios le llevó a un callejón sin salida. En cualquier caso parece muy claro que murió asesinado por los que habitualmente han llevado las riendas de La Iglesia con un objetivo claro, que no es otro que el poder, la riqueza en bienes terrenales, y la dominación de las mentes de gente buena, sencilla, humilde y manipulable, hasta el extremo de ignorar las más brutales salvajadas cometidas por unos fanáticos hipócritas disfrazados con una aureola de santidad. Unos fanáticos que terminan alcanzando puestos de decisión desde los cuales hacen mucho daño porque lo único que les mueve es acrecentar su propio poder y el de la institución.
He mencionado muchas veces de pasada el caso de la extraña muerte de Juan Pablo I, aunque nunca le dediqué un artículo entero al tema por considerarlo enrevesado. Sí decidí meterle mano a este otro negro capítulo de la historia del catolicismo: Oscuro papel de La Iglesia en el genocidio de Ruanda de 1994 (2009-10-12 17:45:49). La sociedad mayoritariamente creyente actuó igual. Se escandalizó en secreto y silenció los hechos.
¿Acaso una persona que confíe en Dios ocultaría a los pederastias que ensucian la imagen de La Iglesia católica? Un papa con la confianza ciega en Dios que demostró Albino Luciani, habría hecho lo correcto confiando en Dios para el resultado final. Ocultar pederastas desde las altas instituciones denota la absoluta falta de fe en Dios, en las buenas obras y en la justicia, tanto humana como divina.
La ocultación de muchos casos de pederastia es sólo uno de los muchos capítulos de sufrimiento injusto causados por La Iglesia, pero no quiero salirme del tema.
Acabo de leer un artículo muy interesante lleno de detalles pormenorizados sobre hechos que fueron torpemente ocultados por El Vaticano en referencia a la muerte de un papa, un gran hombre, que al menos tuvo el coraje de creer en Dios hasta sus últimas consecuencias.
LA EXTRAÑA MUERTE DE JUAN PABLO I
Fue hace 25 años. El papa Juan Pablo I apareció muerto en su cama. Llevaba sólo 33 días de pontificado. Según el comunicado oficial, murió de un infarto agudo de miocardio. Sin embargo, la forma en que se encuentra el cadáver no responde al cuadro típico del infarto:
[…]en 1993, tras quince años de silencio, el Dr. Da Ros declaró que Juan Pablo I estaba bien de salud y que aquella tarde no le recetó nada.
Por tanto, un diagnóstico sin fundamento, una autopsia secreta, un medicamento que mata al papa y que no ha recetado su médico personal…
[…]Juan Pablo I tenía un programa de cambios y había tomado decisiones importantes, incluso arriesgadas: terminar con los negocios vaticanos, cortar la relación del Banco Vaticano con el Banco Ambrosiano, destituir al presidente del Banco Vaticano (Marcinkus), hacer frente a la masonería y a la mafia.
[…]Juan Pablo I pensaba tomar abierta posición, incluso delante de todos, frente a la masonería y frente a la mafia.
Por su parte, el Dr. R. Cabrera, forense dJuan Pablo I tenía un programa de cambios y había tomado decisiones importantes, incluso arriesgadas: terminar con los negocios vaticanos, cortar la relación del Banco Vaticano con el Banco Ambrosiano, destituir al presidente del Banco Vaticano (Marcinkus), hacer frente a la masonería y a la mafia.el Instituto Nacional de Toxicología, afirma lo siguiente: «La forma en que se encuentra el cadáver no responde de suyo al cuadro propio del infarto de miocardio:
[…]Gennari me confirmó lo publicado por él, o sea, que se le hizo la autopsia al papa Luciani y que “por ella se supo que había muerto por la ingestión de una dosis fortísima de un vasodilatador recetado por teléfono por su ex médico personal de Venecia”, que “el papa a las diez y media de la noche hizo abrir la farmacia vaticana”
[…]su médico personal no recetó nada aquella tarde y la farmacia vaticana no despachó nada, no se puede explicar todo por un error, como afirma Gennari . Hay que pensar en una acción criminal. Lo dijo el Dr. Cabrera , del Instituto Nacional de Toxicología: “Los vasodilatadores producen hipotensión. ¿Cómo se le pudo dar un vasodilatador a un hipotenso, como Luciani . Si se le dio un vasodilatador, no me cabe duda, eso es una acción criminal”. Además, ello encaja con la forma en que se encuentra el cadáver: no ha habido lucha con la muerte, todo está en orden.
[…]De su testimonio emerge la figura de un papa profeta, que quiere hablar y actuar en nombre de Dios: un papa que no quiere ser jefe de Estado, que no quiere escoltas ni soldados, que se abandona totalmente al Señor,
[…]un papa que quiere hacer justicia a todos aquellos que en tierras de misión, en el Este y en América Latina, han sido encarcelados, torturados, exiliados o asesinados por causa de Cristo; un papa que denuncia fuertemente el sistema económico internacional; un papa que se pone al lado de quienes, de cualquier raza y religión, defienden los sacrosantos derechos del hombre; un papa que quiere promover en el Vaticano un gran instituto de caridad, donde poder hospedar a quienes duermen por las calles;
[…]Para el Vaticano la desaparición de Juan Pablo I es un caso cerrado el 29 de septiembre de 1978. Para muchos es un caso abierto, también para el magistrado italiano Pietro Saviotti, de la Fiscalía de Roma.
Libros en red sobre el asunto:
Pido disculpas por hacer una cita tan voluminosa, pero el texto es muy extenso y me resultó muy complicado de resumir por la cantidad de aportaciones valiosas que contiene. Lo mejor es leerlo entero.
La impunidad del asesinato del máximo dirigente de La Iglesia católica habría resultado imposible si esta careciera de un estado propio que responde a una estructura de poder antidemocrática y perfectamente jerarquizada. La justicia italiana no pudo traspasar las fronteras vaticanas.
Pido a los creyentes que jamás solicitaron explicaciones a su iglesia, que consideren que con esa actitud se hacen cómplices con su silencio de todas las barbaridades vaticanas que son difíciles de enumerar. La secta católica, por su enorme poder, es la más peligrosa del planeta.
Yo les pido a los católicos que tengan sólo una fracción del enorme valor que tuvo Juan Pablo I para enfrentarse a la injusticia incluso dentro de la propia Iglesia. Cerrar los ojos al sufrimiento y a la injusticia nunca fue una opción para un creyente. La infalibilidad del papa es algo que las encuestas demuestran que ya nadie cree.
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