En este mundo gobernado por un capitalismo desbocado, lo único que mueve a los políticos es el dinero. Sin din no hay don, lo que se discute ahora es si la tarta que gestiona la SGAE no puede ser gestionada de otra forma y por otros gestores. Dicho así parece muy positivo, pero también puede ser que estemos hablando de cambiar a un tipo de rapaces por otras con garras igualmente afiladas.

Teddy Bautista

Teddy Bautista

Parece que las televisiones quieren una parte de esa tarta que mencionó Ángeles González Sinde en el congreso:

“Un puñado de webs están poniendo en riesgo un negocio que aporta el 4% a la riqueza del país. Esto supone un riesgo para la economía en España y también en otros países”.

De ello se deduce, que el famoso lobby maneja el 4% de la riqueza del país, y las televisiones se preguntan porque ellas no pueden comer de esa tarta, y reclaman un cacho de la misma con unos argumentos muy interesantes.

Gestión de derechos de forma colectiva o privada a elección del autor:

Las televisiones proponen eliminar la obligatoriedad de la gestión colectiva y la exclusividad en la gestión de categorías de derechos, para evitar el mantenimiento  de monopolios. Se trataría, de que cada autor pueda elegir si desea que sus derechos se gestionen de forma colectiva y obligatoria como ahora,  o por el contrario, llevar a cabo una defensa privada de los mismos.

Es absurdo que el representante de un artista pueda negociar sus contratos y, sin embargo, no esté autorizado a hacerse cargo de sus derechos de propiedad intelectual, y por ello proponen una reforma de la ley de la propiedad intelectual que permita la competencia entre gestores de derechos que puedan ofrecer sus servicios a los autores.

Los planteamientos de las televisiones que reclaman estos cambios son perfectos y llenos de sentido común: Hoy en día es absurdo que los derechos de un autor deban ser gestionados por una entidad concreta al margen de los intereses del autor, máxime cuando esta entidad (la SGAE) carece de la suficiente democracia interna y sabemos que gestiona todos esos millonarios ingresos de una forma muy particular, y que no beneficia sino a una ínfima parte de los autores de mucho éxito comercial haciéndolos aún más productivos. Véase:  Las televisiones buscan apoyos para acabar con el monopolio de la SGAE.

El objetivo no debería ser sólo el fin de la SGAE, sino el fin de toda forma de lobbycracia:

La SGAE ha de ser desprovista de su excesivo poder que va en contra de los intereses de la ciudadanía. Para desenganchar a los políticos de la SGAE podría ser útil engancharlos a algo menos dañino, aunque eso de menos dañino está por ver. Con tanta pasta gansa de por medio es mejor no fiarse de nadie.

La reclamación de las televisiones está cargada de sentido común, pero tampoco hay que olvidar que ellos también son industria y van a lo suyo. El fin de la SGAE suena a música celestial, pero podría no ser el fin de la lobbycracia.