Sin duda un tema polémico que es tratado de forma extensa en este artículo de El Pais. La afirmación contundente del articulista Jacinto Antón, en la entradilla del artículo es la siguiente:
El futuro parece ya demasiado cerca para imaginarlo. La literatura de ciencia-ficción pasa por una crisis achacable a los nuevos hábitos culturales, aunque el género funciona en otros formatos. Los viejos maestros desaparecen y no surgen nombres a su altura.
Más adelante en su artículo ofrece una explicación:
«El lector de ciencia-ficción típico es una persona interesada, en mayor o menor grado, en temas tecnológicos. Es una persona que pasa mucho tiempo en internet y ese tiempo ya no lo dedica a leer. Y está el audiovisual. El aficionado a la ciencia-ficción, al que siempre le han encantado las películas, encuentra un acceso ilimitado a ellas y a las series de televisión del género en la red, puede bajarse lo que quiera y verlo tranquilamente en casa.»
¿Pero en que quedamos. Se trata de un fenómeno derivado de una crisis de creatividad? «Los viejos maestros desaparecen y no surgen nombres a su altura.» ¿Acaso el problema tiene que ver más con los lectores? «La ciencia-ficción pasa por una crisis achacable a los nuevos hábitos culturales,»
http://www.elpais.com/articulo/semana/galaxia/apaga/elpepuculbab/20080719elpbabese_3/Tes
En realidad de lo que se habla es de un cambio en los hábitos de consumo, y eso tiene mucho sentido, pero eso habría que aplicarlo no a la ciencia ficción, sino a toda la literatura.
En el artículo parece que su autor, usa solo el término ciencia ficción para la ciencia ficción dura (hard).
http://es.wikipedia.org/wiki/Ciencia_ficci%C3%B3n_dura
Yo con eso no tengo mucho problema, porque es la que a mí me interesa, pero no todo el mundo lo verá igual. La ciencia ficción actualmente es un campo muy amplio donde se han introducido muchas variantes literarias.
El articulista sugiere, según yo interpreto, que es la ciencia ficción dura la que se encuentra en crisis de creatividad, ya que menciona que esta crisis no afecta a la narrativa fantástica. Para mí esto resulta lógico, y tiene bastante de razón, pero hay una explicación para ello que no se menciona en el artículo. La ciencia ficción dura, siempre ha tomado como punto de partida la situación tecnológica actual para extrapolar nuevos adelantos tecnológicos y nuevas situaciones o nuevas realidades. Lo que ocurre ahora es que la situación tecnológica y científica actual es mucho más compleja que la de hace solo veinte años. Por lo tanto, resulta mucho más difícil de transmitir al lector ese imprescindible punto de partida. En la física se está llegando a percibir una realidad que choca frontalmente con nuestra lógica y nuestra intuición. El articulista, según parece, no es autor de ciencia ficción dura. Yo sí, me he estrenado en este campo y para mí ha sido un reto el dar soporte más o menos científico a la historia. La ciencia y la seudociencia han de confundirse en la buena ciencia ficción dura, y para ello hay que escarbar cada vez más profundo en las áreas de conocimiento humano, porque ya hay cosas que se saben y que un escritor de buena ciencia ficción dura no debería desconocer, aunque luego tenga el problema de tener que intentar explicarlo de forma que no resulte ni pesado ni aburrido. En esencia ese ha sido uno de mis retos como novelista. Serán otros los que juzguen mi trabajo, pero lo que intento decir es que es mucho más fácil fantasear, que hacer ciencia ficción dura, y que cada vez resultará más difícil. Fantasear recurriendo a la magia y a lo inexplicable sin atisbo racional es más sencillo que fantasear dentro del corsé de la racionalidad científica.
Por poner un ejemplo concreto, en mi novela Éxodo(I), Xegor (ver página principal de esta web) necesitaba que el protagonista creara una tecnología para hacer posibles los viajes interestelares. Este reto tecnológico y su logro forman parte de la historia, y eso aporta racionalidad a toda la historia. Eso no significa que en mi novela se describan fielmente las pautas científicas y técnicas para desarrollar esa tecnología. La clave para hacer un uso ilimitado de la energía no se descifra en mi novela. El objetivo de una novela no es el de impulsar la ciencia. Solo se trata de sugerir posibilidades desde la racionalidad de los planteamientos científicos. Es de suponer que a este género se le llama ciencia ficción por alguna razón.
Algo que no se menciona en el artículo, es el hecho de que la industria del cine está dejando de lado los buenos guiones cuyo resultado comercial resulta más difícil de predecir que el de una película con abundancia de espectaculares efectos especiales. Todo muy visual, y la percepción popular de la ciencia ficción tiene mucho que ver con la oferta cinematográfica. Es aquí donde existe una crisis de buenos guiones no solo en la ciencia ficción, sino en todas las obras cinematográficas. Las buenas historias tienen un resultado comercial incierto. Pueden funcionar o no. Esta incertidumbre en una industria que hace esas inversiones tan descomunales, hace que mucho productores apuesten sobre seguro. saben que una historia mediocre con buenos efectos especiales funcionará razonablemente bien, y si además de eso la historia funciona, el éxito será aún mayor.
El articulista, termina con un párrafo que yo suscribo totalmente:
La ciencia-ficción, para acabar, sigue siendo, pese a todo, como recalca Barceló, el género mejor para explicar el presente con especulaciones sobre nuestro futuro. Sólo la ciencia-ficción nos permite imaginar las consecuencias indeseables del presente. Es nuestra mejor herramienta y no deberíamos perderla. –
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